jueves, 13 de diciembre de 2012


Revolución Industrial y Reforma Política.

¿Se puede sostener que la Reforma Parlamentaria de 1832 en Gran Bretaña fue, en parte, consecuencia de los cambios estructurales y sociales promovidos por la llamada Revolución Industrial

No se puede hablar de Reforma Parlamentaria en Inglaterra durante el Siglo XIX, y mucho menos entenderla si no efectuamos una sucinta introducción al papel que las ideas liberales jugaron en el desarrollo de los acontecimientos que culminaron con la reforma de 1832.

El liberalismo ingles nació en el Siglo XVII, luchando por la libertad de conciencia y la resistencia del Parlamento a la autoridad arbitraria de Rey, y para el período en estudio, es decir fines del Siglo XVIII y principios del XIX, contrariamente a lo que sucedía en la Europa continental, se encontraba firmemente consolidado. Sin embargo, no obstante que  los valores propios de la Gloriosa Revolución se encontraban firmes, el partido Whig que aun en la guerra de independencia americana estuvo dispuesto a defender dichos principios y que asumió el rol histórico de mantener la tradición liberal, no parecía dispuesto a extender la base de sustentación del sistema, como quedaría demostrado ante las distintas propuestas de reformar el Parlamento.[1]

Esta contradicción dentro de las ideas liberales sustentadas por el partido Whig, va a concluir, en un primera etapa, con la reforma de 1832 que elimina los llamados “Burgos podridos”, para continuar con la modificación de 1885 por la cual se estableció el límite de un representante por distrito, y eliminó el resabio corporativo de la representación de las universidades, culminando finalmente en 1928 con el establecimiento formal de la universalidad del sufragio.

Ahora, bien cuales fueron las razones que precipitaron la inicial reforma de 1832, y si esta obedeció a los acontecimientos acaecidos en las antiguas colonias americanas y el estallido de la Revolución Francesa, o al nuevo mapa demográfico ingles (aumento poblacional en las regiones del  norte como Manchester y Birmingham) y el surgimiento tanto de una burguesía industrial como de una clase media de comerciantes y profesionales, producto de los cambios fenomenales que produjo la Revolución Industrial iniciada en la segunda mitad del Siglo XVIII, es una discusión entre los historiadores del período.

Si tenemos en cuenta que la fecha tentativa de inicio de la revolución industrial (según Eric Hausbawn es 1750), y de la revolución de las colonias americanas en 1776, nos encontramos con una escasa diferencia de veintiséis años. Esta contemporaneidad de los acontecimientos no hace fácil la tarea de diferenciar cual de los hechos tuvo una importancia mayor en la reforma política que se produjo en 1832., sin embargo, nos atrevemos a adelantar que en el campo de la política no basta la existencia de hechos objetivos, como pudieron ser los fenómenos económicos y poblacionales de la revolución industrial, para definir un cambio institucional de envergadura, hace falta además, la existencia de una sólida base ideológica y doctrinaria en el campo de las ideas que presione para plasmar en instituciones la nueva realidad económico social que se estaba produciendo.

·        La Reforma desde las ideas
Hacia fines del Siglo XVIII, la oposición al gobierno de William Pitt, estaba encabezada por los liberales Whigs, liderados por Charles William Fox que, como se dijo mas arriba en el presente trabajo, había apoyado los reclamos de representación de los colonos americanos, como así también abogaba por la prohibición del comercio de esclavos. Pero lo que mas incomodaba al oficialismo Torie era su causa a favor de “…la reforma del sistema parlamentario, que suponía una transformación del sistema electoral inglés, por la cual se buscaba erradicar los llamados Rotten Bouroughs, distritos electorales sobrerepresentados. Estos burgos y condados constituían, según esta facción reformista, una de las fuertes inconsistencias del sistema de representación política…” [2] 

Si bien la idea de la reforma era bandera del partido Whig, la misma no implicaba un cambio de estructuras que rompiera con el sistema aristocrático vigente, ya que si bien el nuevo esquema electoral que se proponía, buscaba incluir los nuevos condados con mayor peso poblacional surgidos a partir de la revolución industrial, en lo que hace al sufragio las reformas que se impulsaban resultaban limitadas en cuanto a su universalidad, manteniendo la impronta aristocrática en el manejo de la cosa pública.[3]

Las ideas que cuestionaron la esencia del sistema aparecieron en círculos extra parlamentarios que se rebelaron contra la monarquía y el establishment político en consonancia con el espíritu revolucionario que por ese entonces emergía en Francia y se los denominó Radicals. Estos círculos adherían firmemente al ideario revolucionario francés, siendo sus principales referentes Richard Price, Thomas Paine, William Godwin y William Spence[4]. Las ideas radicales, lograron irradiarse a un amplio numero de intelectuales británicos y con posterioridad a buena parte de la opinión pública, sin embargo el inicio del periodo Jacobino en Francia y posteriormente  las guerras napoleónicas fueron utilizadas por el gobierno Torie  como excusa para postergar cualquier modificación al sistema, tanto las impulsadas por los sectores reformistas Whigs, como aquellas promovidas por los grupos Radicales.

Durante la primera década del Siglo XIX, y en forma contemporánea con el final de guerra con Francia, surgió en el campo reformista una corriente de pensamiento identificada con el ideario revolucionario francés pero que intentaba construir un sistema garantizara el ejercicio de libertades políticas y la ampliación del derecho al voto, evitando las manifestaciones violentas y el terror Jacobino que emergió de la Revolución Francesa. El ideario de esta corriente era plasmado en publicaciones como Westminster Review, siendo sus referentes los denominados utilitaristas o Radicales Filosóficos, entre los que destacaban Jeremy Bentham y James Mill.

La vertiente utilitarista se diferenciaba radicalmente tanto de las posiciones un tanto conservadoras de los  Whigs tradicionales, como de la vertiente  liberal de estos últimos (Foxties) , ya que proponía un sistema republicano de gobierno con un legislativo unicameral democráticamente elegido, lo que implica romper con la estructura aristocrática/monárquica, abogando al igual que Thomas Hardy y Francis Place por la eliminación del criterio de “propiedad” y educación como condición para  el ejercicio de la participación política.[5]

Como surge de lo expuesto la reforma parlamentaria era una cuestión instalada dentro de las ideas políticas de la época en Inglaterra, y en dicha instalación tuvo mucho que ver tanto el ideario revolucionario francés como el andamiaje ideológico institucional que se había construido en las antiguas colonias de Norte América.

·        La Reforma desde lo socioeconómico
Siendo que el presente no es un trabajo de historia económica, no nos detendremos en el análisis de los factores desencadenantes del proceso industrial ingles de la segunda mitad del Siglo XVIII, pero resulta necesario efectuar un pequeña enumeración de las consecuencias sociales que emergieron  a partir de los cambios en el sistema productivo provocados por la Revolución Industrial. 

Entre los cambios que nos interesan para el análisis que estamos efectuando sobresalen dos: a) El proceso migratorio interno que despobló las zonas rurales en beneficio de los nuevos asentamientos urbanos del norte, especialmente Manchester, Liverpool y Birmingham y b) El surgimiento tanto de una burguesía cuyo poder no radicaba en la propiedad de la tierra, como de una clase media ( middle rank) mercantil, profesional, y prestadora de servicio que creció a la sombra de las necesidades surgidas de la industrialización.

Los fenómenos expuestos llevaron al Parlamentario Whig Sir James Mackintosh a afirmar “… The great impulse given to English industry in the middle of the eighteen century has revealed the disparity between the old system of representation and the new state of society and had left the new manufacturing interest without adequate representation in parliament…” [6].

Historiadores de la talla de Arnold Toynbee que atribuyo la reforma de 1832 a la influencia de los obreros y su concentración en las ciudades de mayor tamaño o de George Stead Veitch, que en su obra The Genesis of Parliamentary Reform, que aseguró que la revolución industrial hizo la reforma parlamentaria inevitable[7], sustentaron desde lo historiográfico el concepto de considerar a la reforma como un desprendimiento lógico del proceso de industrialización. No obstante estudios más recientes y específicos intentan poner en crisis dicha afirmación.

Roland Quinault, en el trabajo referenciado, efectúa un análisis de la situación del parlamento en su constitución  previa a la reforma, llegando a la conclusión que en lo que respecta a la representación de los nuevos actores económicos y sociales emergentes del proceso de industrialización, dichos sectores se encontraban relativamente bien  representados en los votantes. Tal es asi que, hacia 1750 había aproximadamente 282.000 electores en Inglaterra y Gales, los cuales representaban apenas una sexta parte de la población adulta de dichas regiones, sin embargo dicho electorado era representativo de la población, y estaba compuesto en una tercera parte por artesanos, un quinto por trabajadores medianamente preparados, y el resto por representantes de la clase media comerciantes profesionales, siendo los grupos mas numerosos el de los comerciantes y el de los artesanos , lo que reflejaba el carácter comercial de una Inglaterra que ya que se prepara para  ingresar en la revolución industrial.[8]       

Distinta situación se verificaba en lo que respecta a los miembros del parlamento, ya que  hacia 1820, el 70% de sus miembros eran grandes propietarios de tierras cuyas bancas habían estado en poder de sus familias por varias generaciones, lo que pone en evidencia la contradicción que de que durante la revolución industrial el parlamento se encontrara compuesto por miembros de las familias mas ricas, tradicionales y con mayor influencia social en Inglaterra y no por aquellos  emergentes del nuevo proceso económico en marcha. Sin embargo,  la pertenencia a la aristocracia no los hacia ciegos a la realidad y aceptaban en su mayoría que la  industria y los intereses comerciales debían tener un peso sustantivo al momento de tomar decisiones políticas, si bien todavía ocupaban un segundo plano detrás de los intereses de los terratenientes.

El Primer Ministro Lord Liverpool manifestaba en un discurso: “In a commercial country like this, the manufacturing and commercial interest aught to have considerable weight, second only to the land interest in the  Commons”[9], de lo que se desprende claramente que la clase política tenia conciencia del proceso que se estaba produciendo y la importancia que el mismo tenia para los intereses de Inglaterra, aunque aún se resistiera a reconocer que su importancia era capital.

El expuesto problema de integración de los Comunes, tenia una relación directa  con la falta de representación de algunas grandes ciudades, cuestión que se arrastraba desde la edad media[10] y  con los denominados “rotten boroughs”, que eran “feudos” electorales con una población mínima hacia el periodo que nos ocupa, y que sirvieron durante generaciones al sostenimiento de verdaderas dinastías parlamentarias[11]. Hacia 1801, cinco de las veinte mayores ciudades de Inglaterra, no tenían representación parlamentaria, ellas eran: Manchester, Birmingham, Leeds, Sheffield y Paisley[12], pero si tenían representación todas las ciudades industriales del East Midlands, como Nottingham, Leicester y Derby, que habían sido burgos desde la Edad Media.

Según Quinault, las elites políticas de las grandes ciudades sin representación, no mostraban demasiado interés en la reforma parlamentaria, ya que temían que cualquier modificación del status quo alterara las condiciones dentro de las cuales habían tenido un extraordinario crecimiento en el curso del último siglo. La reforma era básicamente sostenida por aquellas ciudades que si bien tenían representación carecían de poder dentro del Parlamento[13].

Como ocurre con frecuencia en la historia, no son los periodos de bonanzas durante los cuales se producen los cambios estructurales, sino en los momentos de crisis económica, e Inglaterra no va ser una excepción en ese sentido. Durante la depresión económica que se produjo al finalizar las guerras napoleónicas en los distritos industriales del norte revivió el interés por la reforma parlamentaria. La represión, por parte de la caballería,  de una manifestación a favor de la reforma en la plaza de St. Peters en Manchester que dejo de saldo 11 muertos, y cientos de heridos[14], despertó nuevamente el interés del partido Whig por la reforma parlamentaria, logrando que se transfiera la representación de alguno de los burgos podridos a favor de ciudades industriales (las bancas correspondientes a Grampound fueron transferidas a Yorkshire). Sin embargo ni Manchester ni Birmingham lograron ese objetivo.

Fue recién en 1830, y luego de la caída de Carlos X del trono de Francia que la cuestión de la reforma se instaló definitivamente en la agenda política inglesa, lo que hizo manifestar al Secretario del Interior Peel  que lo ocurrido en Paris“… Is producing its natural effect in the Manufacturing districts here, calling into action the almost forgotten Radicals of 1817 and 18 19...”. Fue así, que la sucesión de huelgas e incendios tanto en los distritos industriales como en la campaña a partir de 1830, convenció a los miembros moderados del Parlamento que la reforma era inevitable.[15]

Finalmente con el dictado del Acta de 1832, se amplio la representación a los distritos industriales y se agrando la base electoral incluyendo a los padres de familia, comerciantes y los que tuvieran una renta 10 Libras[16], dando así, inicio a un proceso que culminaría recién  hacia 1928, con el establecimiento del voto universal de los adultos.

·        Conclusión
Después de lo expuesto es imposible negar la influencia que tuvo la revolución industrial en el dictado de la reforma parlamentaria, no obstante lo cual, las lecturas efectuadas nos llevan a coincidir con Quinault, en el sentido que el estimulo a los movimientos reformistas provino básicamente de los acontecimientos políticos que se produjeron en América y en Francia[17], ya que la cuestión de la representación con relación a los distritos de mayor población ya era un problema con anterioridad a 1750, y por otro lado la lucha por ampliar la base electoral con anterioridad a 1830, solo se produjo en los distritos industriales en los momentos recesivos de la economía.  

Sin perjuicio de lo expuesto creemos que es necesario no perder de vista que la reforma parlamentaria forma parte de la historia política, y cuando hablamos de historia política hablamos de hombres, hombres tomando decisiones y haciendo apuestas dentro del marco de la época en que les toco vivir, y en ese sentido resulta descabellado pensar que la descomunal transformación social y económica originada por la irrupción de la revolución industrial, no haya influido en las decisiones que debieron tomar aquellos hombres.

Resumiendo, resulta claro que las ideas continentales, que cada vez entraban con más fuerza a las islas, y la irrupción del fenómeno industrial. con todas sus consecuencias en los social, y  lo económico, presionando en forma conjunta sobre un sistema que se había mantenido inalterado durante los últimos ciento cincuenta años, no dejo otra alternativa a los actores políticos, que el reconocimiento en el marco institucional del Parlamento de la nueva realidad, y ese reconocimiento se plasmo inicialmente en el Acta de 1832.


[1]Alan Bullock  y  Maurice Shock, The Liberal Tradition, from Fox to Keynes Introduction,  pag. 20.

[2] Klauss Gallo, Revolución y Reforma: el legado francés en la cultura política británica (1789-1832) Revista Estudios Sociales Nª 26  pagina 146. Ediciones UNL.

[3] Ibidem, pagina 146

[4] Ibidem, pagina 148

[5] Ibidem, pagina 154 y 158

[6] Roland Quinault, The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, pagina 184

[7] Ibidem, pagina 185

[8] Ibidem pagina 186

[9] Ibidem pagina 188.

[10] Durante muchísimo tiempo no hubo interés de la población de Manchester o Leeds, en tener representación en el Parlamento, ya que aquellas ciudades  representadas tenían una tasa impositiva mas alta. Durante siglos Manchester y Leeds fueron los “villages” mas grandes de todo el Reino.

[11] También se los denominaba “ pocket bouroughs”, ya que la escasa población respondía directamente al terrateniente  local por lo que “literalmente” èste tenia al electorado en su bolsillo.

[12] No tenían representación directa pero si la tenían como integrantes del condado al que pertenecían.

[13] Roland Quinault, The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, página 192.

[14]  El episodio es conocido como “Petersloo Masacre”, a partir de ese episodio el gobierno desistió de volver a utilizar a la caballería para reprimir manifestaciones.

[15] Roland Quinault, The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, página 197

[16] A partir del aumento de los ingresos de la clase trabajadora la base electoral se amplió enormemente en los 20 años posteriores a la reforma. 

[17] Roland Quinault, The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, página 200